viernes, 9 de marzo de 2012

Capítulo 6: De Compras

Pasaban las semanas, y Dylan y yo seguíamos juntos. Era lo normal en una pareja de novios, pero yo pensaba que, a lo peor, Dylan sólo me consideraba un lío de un día, pero no, me quería de verdad y seguía conmigo. A medida que pasaba el tiempo, no podía estar ni un día sin verle, sin besarle. Sus besos se habían convertido en una droga para mí y, lo malo, era que me había vuelto adicta a ellos.
Al principio nos veíamos a escondidas y los únicos que eran presentes de nuestro amor eran los animales del bosque. Pero luego, nos dimos cuenta de que era una tontería privarnos de nuestros besos a los ojos de los demás, y todo el colegio se enteró de nuestra relación. Para las chicas era normal que a mí me gustara Dylan ya que, por ahora, era uno de los chicos más guapos del instituto. Pero estaba segura, de que se preguntarían que veía Dylan en mí que no tenía ellas. Yo misma me lo preguntaba, por qué me había elegido a mí, y al no hallar respuesta decidí olvidarlo y simplemente disfrutar.
Lo pasábamos realmente bien, íbamos al cine, me llevaba en su moto o en su coche, comíamos o cenábamos juntos, dábamos paseos por el bosque y hasta en ocasiones dormíamos juntos. Esto era lo que más me gustaba, pues en la cama, me confortaba sentirlo a mi espalda, como si así, estando él allí, me pudiera proteger de mis pesadillas, y lo conseguía, pues cuando me despertaba sobresaltada, él me abrazaba y me tranquilizaba. Y siempre, en todas las ocasiones había besos, en los que nos abandonábamos el uno en el otro, en el que disfrutábamos del momento como si fuera único.
Y así pasábamos los meses, juntos y felices.
También había felicidad en el ambiente, porque a medida que pasaba el tiempo se acercaba el día de "El Gran Baile de Navidad", el evento más esperado después de las vacaciones de verano. Se celebraba en el gimnasio del instituto. Ponían una pista de baile con una buena música. También había espacios para quien no quería bailar, allí era donde yo solía estar. Pero eso no era lo más especial del baile. Lo especial era, que el chico invitaba a la chica al baile y las parejas de novios se convertían, en el baile, en parejas oficiales. Yo esperaba con ansia que Dylan me invitara a ir al baile con él, pero ese día no llegaba. Cuando empecé a desesperarme, y a preguntarme si debía pedírselo yo a él, Dyl me invitó a ir al baile con él. Sucedió en mi casa, lugar al que íbamos a menudo. El primer día que vino Dylan a mi casa, le presenté oficialmente a mi familia, y se quedó a cenar con nosotros. Creo que fue el día más tenso de mi vida. Estaba alerta porque pensaba que mi padre me iba a soltar un bofetón en cualquier momento, y que mi hermana iba a soltar una bobada por su boca, pero para mi suerte, mi padre no levantó sus ojos del plato y mi hermana no le perdió de vista a Dylan y parecía que se le iba a caer la baba de un momento a otro. A partir de aquel día, Dylan venía a mi casa a menudo, y al final mis padres le cogieron cariño, es más, estaban encantados que Dylan viniera a casa y mi hermana era, yo creo, la que más disfrutaba de que Dylan viniera a casa.
El día que me invitó a ir al baile, Dylan vino a comer a mi casa. Comimos pasta de primero y de segundo, filetes. Cuando acabamos de comer, subimos juntos a mi cuarto y nos pusimos a hacer los deberes. Al poco rato, Dylan se cansó de hacer los deberes y se tumbó en mi cama. Me di la vuelta en la silla y le miré desaprobadoramente.
- Así suspenderás y los profesores te regañarán.
- Me da igual suspender si estás tú conmigo.-cuando me decía esas frases tan sinceras, se me ponía la carne de gallina.
- ¿Y si te lo pido yo?- se acercó junto a mí y se sentó en la silla. Me miró a los ojos y me susurró.
- Entonces, si me lo pides tú, haré lo que sea.
- Bésame.- Cerré los ojos y sentí como se acercaba a mí y me besaba. Dylan se apartó de mí y me miró sonriendo.
- Mejor nos ponemos a hacer los deberes, porque como venga tu madre, seguro que se enfada.Ja, ja , ja, ja.
- ¡Qué tonto eres! Ja, ja, ja- me levanté y esta vez me tiré yo en la cama- pues ahora soy yo la que no quiere hacer deberes, ja, ja, ja.
-Pues no voy a ser yo el que te lo va a impedir.- dijo tumbándose en la cama junto a mí y atrayéndome hacia a él. Después de estar besándonos un buen rato, nos alejamos uno del otro.
- Me da que ya está bien por hoy- le dije intentando recuperar la respiración.
- No, todavía queda una sorpresa.- y dicho esto, saltó de la cama, me cogió por la cintura, me alzó en volandas y me posó suavemente en el suelo. Hizo una reverencia cómica, y tuve que reprimir mis ganas de reír.
- Eveling Hawk Margaret, ¿quieres venir al baile conmigo?
- Si, ja, ja, ja- dije cogiendo de mi falda y haciendo una reverencia, al estilo de la princesas. Dylan me miró y empezó a reírse y yo ya no pude reprimir mis risas. Se acercó a mí y me dio un abrazo.
- Te prometo que va a ser un baile inolvidable.









- ¿Y este?¿Te gusta?- dije saliendo del vestidor y girando sobre mí misma.
- Me gustaba más el otro- dijo Dylan alzando la cabeza de su móvil. Estaba sentado en los bancos de delante del vestidor. Estábamos en el centro comercial, comprando mi vestido y zapatos para el baile y Dylan se había ofrecido a acompañarme. Yo le había dicho que si veía mi vestido antes del baile, no habría emoción, pero él me dijo que le iba a impresionar igualmente fuera como fuese, y ante ese tipo de frases no le podía decir que no. Así que allí estábamos, eligiendo mi vestido para el baile, y la elección era muy, muy difícil.
- ¿Y qué tal este?¿Me queda bien?
- A mí este no me gusta, por el vuelo de la falda, es muy feo- dijo haciendo una mueca. No íbamos a salir de allí nunca. Habíamos mirado en varias tiendas, pero en ninguna nos gustaban los vestidos. Mi madre me había dicho que no me preocupara por el precio, que me lo pagaban ellos y el peinado me lo hacía mi madre que era peluquera. En una tienda habíamos encontrado un bolso precioso, pequeño, con purpurina, de color azul oscuro. También habíamos encontrado unos zapatos sencillos pero preciosos de color azul oscuro. Eran para llevar los dedos del pie al aire y se ataban al tobillo, con una cremallera. La parte del empeine estaba unido mediante una piedra preciosa plateada. Los zapatos tenían un tacón bonito y adecuado para mi altura. Pero el vestido no había manera de elegirlo.....
- ¿Este?¿Qué tal?- dije por enésima vez. Dyl no me estaba mirando. Miraba hacia un estante de la tienda. Se volvió hacia a mí ilusionado.
- Espera aquí, Eve.- y dicho esto se fue del probador. Me miré al espejo, nada me iba a quedar bien. Suspiré y empecé a probarme otro vestido. No llegaba a la cremallera de la espalda, así que salí para pedirle a Dylan que me la subiera. Él estaba fuera, y me sonreía de medio lado. Llevaba algo a la espalda.
- Ya está, este vestido te va a encantar- dijo mientras me lo enseñaba. La verdad es que era precioso. Era azul oscuro, como lo necesitaba, no tenía tirantes, era ceñido al tronco y a partir de la cintura quedaba holgado. Tenía la parte de arriba con purpurina, como el bolso, y el vuelo de la cintura brillaba. Sencillo y bonito, justo lo que quería. Me metí dentro con el vestido y me lo probé. Me quedaba perfecto. Cuando me lo probé me di cuenta de dos cosas: que la espalda me quedaba desnuda y que el vestido me quedaba perfecto.






Estaba en el baño, sentada frente al espejo. Mi madre estaba detrás peinándome. Ya me había puesto el vestido y me había maquillado. Llevaba un gloss rosa claro, colorete, una raya de ojos, una sombra de color azul celeste y un rímel que me hacía las pestañas larguísimas. Tenía hecha la manicura francesa en las uñas de los pies y de la manos. Miré a mi madre.
- Ya está. Te ha quedado precioso.- y así era. El pelo me quedaba suelto, a tirabuzones por la espalda, y tenía varios recogidos, con pizas brillantes, que me apartaban el pelo de la cara. Parecía brillar entera. Mi madre me dio la vuelta, me sonrió y me abrazó.
- Pásatelo bien- en ese momento sonó el timbre, seguramente sería Dylan. Cogí mi bolso, me pusé el colgante que me regaló Dylan, y bajé a toda prisa. Abrí la puerta, y allí estaba él, radiante como un sol. Me miró de arriba abajo y me sonrió de oreja a oreja.
- Estás increíble, princesa- él sí que estaba genial. Su pelo marrón relucía y resaltaba con su esmoquín negro. Y lo más alucinante eran sus ojos marrones, que brillaban con luz propia. Me tendió la mano, que cogí rápidamente. Me acompañó al coche, abrió la puerta y me metí. Se metió en el asiento del conductor, y se quedó mirándome.
- Realmente, estas preciosa- dijo inclinándose para besarme. Acepté su beso, felizmente.
- Bueno, ponte cómoda y nos vamos.- intente repirar, y relajarme. El coche se puso en marcha y nos fuimos hacia el instituto.



Paula Pulido Egea (25)






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2 comentarios:

  1. Me encanta quiero el siguiente;)eso del baile a estado muy bien y sabes me encanta Dylan es genial;)una cosa ¿as quitado el vídeo? es q no le encuentro;)un beso me encanta el capi quiero el siguiente, me encanta la historia

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  2. si, laura lo ha quitado pero solo por un tiempo para no desvelar nada jejej. Me encanta que te encate , muchas gracias :)

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