miércoles, 17 de julio de 2013

Capítulo 10: Dorado

Cuando salí del hospital, caminé por las calles desoladas  durante al menos tres horas hasta que llegué a mi bosque. Sí, encontraría a Dorado y le explicaría todo lo que había pasado. Ahora que podía comunicarse conmigo, sería todo más sencillo.
Llegué a la cueva y con los pies muy doloridos me senté en el musgo y apoyé la espalda en la fría y húmeda pared.
"Dorado, te estoy esperando", pensé.
Pero no apareció en todo el día. Qué raro. No le di mucha importancia porque estaba cansada y dolorida. Creo que el arañazo de Dylan me había herido, así que decidí ir a casa a curármela. Volví a deshacer el camino que había recorrido en busca de Dorado y llegué a casa. Mi madre me acogió en sus brazos y me besó en la cabeza.
- ¿Qué tal ha ido cariño?- Tenía un moratón en el brazo.
- ¿Otra vez, mamá? ¿Por qué ha sido hoy? ¿Por cambiarle los calcetines de cajón?
Soltó una risilla.
- No pasa nada cielo. Estoy bien. Date prisa, tu padre se acaba de ir con tu hermana a no sé qué hospital.
- Entonces, tengo como una hora para cenar.- De esa manera, conseguía evitarle y recibir menos palizas, aunque he de reconocer que desde que salía con Dylan mi padre no había vuelto a pegarme.
Cené rápido y me duché. Descubrí que tenía unas feas heridas en el costado a causa de las garras de Dylan. Garras. Entonces toda la información de aquel día se desbordó sobre mí y caí en la cuenta de todo. Dylan era un hombre lobo (Bueno, quizá tardé en darme cuenta, pero no quería reconocerlo. Prefería vivir en un mundo de color rosa). Por eso había cambiado tanto en el verano. Se había hecho más fuerte y alto por eso.Y la flor esa que le asustó... Me sequé rápido con la toalla y fui a mi habitación corriendo. Encendí el portátil y busqué fotos de flores azules: Acónito/Matalobos. Mis sospechas se hicieron realidad. Por eso había huido. El acónito era el veneno de los hombres lobo. Les mataba.
Entonces, los que mataron a Jane no eran lobos corrientes, seguro. Vale, debía encontrar a Dorado lo más rápido posible para informarle de mis hallazgos, aunque... ¿y si él ya lo sabía?
No perdí más tiempo y salí en su busca. Salí por la ventana y respiré el aire. Olía a mojado. Eso quería decir que dentro de nada iba a empezar a tronar y a llover a cántaros. Me apresuré y volví a ir a la cueva, pero como antes, Dorado no apareció. Ahí sí que me empecé a preocupar. ¿Y si le había pasado algo? La cueva seguía solitaria y húmeda, sin un solo atisbo de vida animal. Me desanimé y volví a regresar a casa debajo de una lluvia torrencial.

*


Tras varios días sin saber nada de Dorado, me harté de esperar a que apareciese por su propio pie, bueno en este caso, pata. Después de las clases, fui a casa, arrojé la mochila a través mi ventana y me fui corriendo al bosque.
Las hojas de los árboles se me enredaban en el pelo y cada dos por tres me tropezaba con alguna maldita raíz. El abrigo-manta que me llevé me vino de perlas porque empezó a refrescar y poco a poco me fui quedando sin luz. Miré hacia arriba y observé que el cielo estaba gris oscuro y cada vez se oían más truenos. Genial, otro día de lluvia. De repente, algo que creía haber tomado como trueno resultó ser un gruñido. Corrí hacia él, pero volví a tropezarme y me caí de bruces. Me golpeé la mandíbula, pero descubrí una flor de lo más interesante: acónito. Por si acaso, cogí unas cuantas y las guardé en el bolsillo del abrigo-manta.
Me levanté por enésima vez y fui directa al gruñido. Cuando desemboqué en el claro de un bosque pude divisar dos figuras: una con reflejos dorados y otra medio humana. ¡Era Dorado! Y... Dylan. Mi lobo estaba luchando contra Dylan, que se encontraba en medio de la metamorfosis. Tenía garras y colmillos, pero no llegaba a alcanzar la forma lobuna. Ambos estaban sangrando mucho y parecían exhaustos, pero Dylan sonreía maléficamente.
- ¿Qué te pasa? ¿Te han abandonado las fuerzas? Ja, ja, ja, sin ella no eres nadie.- Lanzó una tarascada a Dorado y el lobo cayó al suelo. Parecía derrotado.
- Y ahora, yo seré el Alfa.- Dylan alzó las garras y se las clavó en el vientre a Dorado. La sangre empezó a manar a raudales.
- ¡¡NOO!!- Grité corriendo hacia Dorado sin importarme nada más. Me arrodillé junto a él.
"Eve, corre, aléjate", me dijo Dorado mentalmente.
- No pienso abandonarte.- Le respondí.
- Oh, qué tierno. Bien, mataré dos pájaros de un tiro. Eve, muchísimas gracias por venir. Así podré acabar también contigo.
- No te comprendo, Dyl. Hace unos días eras totalmente diferente.- Velozmente me agarró del cuello con las manos manchadas de sangre y me empotró contra el suelo. Dorado se intentó levantar inútilmente del suelo.
- Mentía. Solo quería acercarme a ti.- Y me sonrió con aquellos enormes y afilados dientes.
Metí la mano en el bolsillo y rápidamente le eché las flores en la cara. Dylan se estrelló contra el suelo y la cara empezó a arderle. Salió corriendo del claro mientras maldecía a gritos.
- ¡¡VOLVERÉ!!
Fui a ver a Dorado inmediatamente. Sangraba mucho y empecé a marearme. La herida que me hizo Dylan no se curaba y me debilitaba mucho.
- Oh, Dorado. Sangras mucho.
"No pasa nada, ya estoy empezando a regenerarme. Una herida más y hubiese muerto. Gracias por venir".
Dejó apoyada la cabeza sobre la tierra húmeda. Después de lo que a mí me pareció una eternidad, me di cuenta de que Dorado ya no sangraba. La herida se había cerrado completamente.
- Uhm... Sé que quizá no es un buen momento, pero, ¿por qué no has venido durante estos días? Creía que te había pasado algo malo.
"Bueno, me dijiste que no me querías volver a ver". Respondió.
- ¡¿Qué?! ¿Cuándo dije yo eso?- Entonces una idea explotó en mi cabeza. Boom. El hospital, la conversación que tuve al llegar a la cuarta planta...-. No, no, no, ¡no! Dorado... ¿has sido tú durante todo este tiempo y no me has dicho nada?
"¡No podía! Está prohibido". Intentó incorporarse.
- Solo intentabas protegerme de Dylan... Durante todo este tiempo. En la fiesta, en el instituto... Oh Dios, soy idiota...- Me tapé la cara con las manos.
"Tranquila. Por lo menos, ya lo sabes...". Soltó un aullido lastimero y cerró los ojos. Su respiración se fue haciendo más agitada. Entonces, los ojos amarillos se tornaron azules. Un azul turquesa que te atrapaba al instante y te sumergía en ellos. Observé que poco a poco el pelo dorado se fue ocultando y al final solo quedó un chico de diecisiete años rubio que tenía un cuerpo de escándalo. ¿Eran así todos los hombres lobo? Guau. Le tendí mi abrigo ya que llevaba solo unos pantalones rajados.
- ¿De dónde han salido los panta...?
- No preguntes.- Respondió con una sonrisa que le iluminó la cara.
Todas sus heridas estaban casi curadas y ya tenía mejor aspecto. Unos duros abdominales se le marcaban debajo del pecho y los fuertes brazos aferraban bien el abrigo.
- ¿Estás sangrando?- Me preguntó Will. Se puso de rodillas
- Pues...- Me miré el costado y vi que mi camiseta se había manchado de un color carmesí. Me la levanté un poco y vi que la herida que me hizo Dylan se había infectado considerablemente.
- ¡Eve! ¿Cómo te has hecho eso?- Se incorporó de un salto y examinó la herida.
- Después de que te marchases el otro día en el hospital, Dylan perdió el control.
Me cogió de la muñeca delicadamente y me llevó a través del bosque hasta una parte del río en el que crecían unas plantas con hojas de color azul eléctrico.
Will arrancó una de ellas y me la puso encima de la herida. De pronto noté que el dolor retrocedía.
- Mucho mejor.- Dije.
Sonrió. Sus ojos azules emitieron un brillo.
- Te, te acaban de brillar los ojos, Will.
- Sí, lo sé. Estoy contento de que por fin sepas quién soy. Ha sido horroroso tener que ocultártelo todo durante todo este tiempo, y más cuando supe que en mi forma humana me odiabas por culpa de ese renegado...
- ¿Renegado?
- Dylan pertenece a una manada de lobos renegados. Te necesitan para hacerse invencibles porque no consiguen terminar de transformarse en lobos y su fuerza es menor a la nuestra.
- ¿A mí? ¿Por qué?
Suspiró.
- Porque eres el alma gemela de un Alfa.





LRA


2 comentarios:

  1. Ooooooh que bonitoooooooooo, porfavor!!!! Yo ya sabía que era Will! Sube el próximo ya!!!!

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  2. Y no puedo esperar hasta el miercoles que viene.

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